Desde que existe lo bueno, lo bello, lo normal, también ha existido lo malo, lo feo, lo anormal. Siempre ha habido quien no se ha sometido o no ha cumplido estas normas, el monstruo -que no es más que el otro- aquel que se niega a acatar las normas, el que transgrede los límites establecidos y rompe los tabúes. Lo monstruoso se enfrenta a las leyes de la normalidad y amenaza el orden establecido. Es por eso que la colectividad trata de dar una imagen negativa del otro, algo que justifique la marginación a la que es sometido. Y es aquí donde lo físico materializa de nuevo lo moral. Los cuerpos monstruosos son cuerpos complejos, llenos de pliegues y orificios. Como el monstruo creado por el Dr. Fankenstein, que nos muestra su proceso de formación, su construcción. Se trata de un ser fragmentado e inacabado, un collàge de cuerpos. Pero estos monstruos no hacen otra cosa sino mostrarnos un reflejo de nosotros mismos, condenados a la decadencia.
Emily Dickinson
Of Course -I prayed-
And did God Care?
He cared as much as on the Air
A Bird – had stamped her foot-
And cried “Give me”
My Reason -Life-
I had not had -but for yourself -
`Twere better Charity
To leave me in the Atom`s Tomb-
Merry, and nought, and gay, and numb-
Than this smart Misery.
(1863)
